Otra vez Carmona. Sí, Carmona porque en esta ciudad la monumentalidad de sus Iglesias y Parroquias, así como Conventos y edificaciones, como casas señoriales y palacios, son elementos dignos de ser visitados. Desde el 25 de septiembre en que visitamos la Necrópolis Romana, quedó pendiente una nueva visita para ver algunos de estos notables edificios.
Y el miércoles 24
decidimos ver alguno. La ventaja de vivir cerca nos permite ir con tranquilidad.
Y visitar sin prisas los lugares escogidos. Ese día nuestra intención era
visitar al menos, dependiendo del tiempo que se pudiera dedicar a cada visita,
una o dos Iglesias. Optamos por visitar en primer lugar la Parroquia de Santa
María de la Asunción. Prioral de Santa María, iglesia de la que sales con la
sensación de haber visitado una Catedral. Por su majestuosidad y detalles arquitectónicos.
Numerosas y grandes vidrieras, dan luminosidad y color a los laterales de las
naves. Además de los muchos altares y capillas que hay a lo largo de sus dos
naves laterales. Dejando la nave central para el Coro y el Órgano.
El edificio se empezó a
construir en 1424. Tiene tres naves y crucero de piedra. El retablo mayor de
estilo plateresco, en madera tallada, dorada y policromada. En el que si te
sientas en los primeros bancos, puedes pasar el tiempo observando la multitud
de detalles del mismo. Si al tiempo que observas el retablo, suena el órgano como
ocurrió esa mañana, que no paró de sonar en toda la visita. De eso se encargaba
el propio organista, al que pudimos ver sentado teclear y pedalear en el órgano. Mientras en
toda la Iglesia el sonido de la música sacra, hacía más agradable la visita.
Salimos y tras atravesar
el pequeño Patio de los Naranjos, restos de la antigua mezquita, pasamos a ver
el pequeño museo que la Iglesia tiene y donde conservan el tesoro parroquial.
Un bonito museo muy bien presentado y donde se pueden contemplar innumerables
objetos destinados al culto. Así como varias obras de arte. Principalmente un
Cristo yacente. Y con esto terminamos la visita a la Prioral de Santa María. La completamos con algunas fotos del exterior y dada la hora pensamos
que la próxima visita debería ser más corta en el tiempo.
Decidimos visitar el pequeño convento de Madre de Dios. La visita fue muy peculiar. Para la visita llamamos a la puerta del convento, a través de un portero electrónico. Expusimos nuestro deseo de visitar el convento. Al instante y automáticamente se abre la puerta. Que nos da acceso a un zaguán, de moderna estructura y mobiliario muy acorde con los tiempos actuales, es decir de reciente restauración. Entramos y se abre una segunda puerta y aparece una monjita, de edad no muy avanzada, pero si con algunos años en su haber. Con su clásica indumentaria la monjita nos da la bienvenida y se dispone a enseñarnos el hábitat. La impresión para nosotros fue la de una persona, amable, educada y dispuesta a hablarnos del lugar. Y el lugar, no era en principio como pensábamos es el interior de un convento. Era un lugar agradable, de extraordinaria limpieza y silencio, y moderno, o mejor, como he precisado anteriormente, de reciente restauración. En realidad es un lugar donde se puede residir temporalmente.
| Cúpula Capilla Convento |
No entramos en detalles, pero pudimos suponer que puede ser, o es, un lugar de retiro para personas que quieran disponer de un especial tipo de tranquilidad. La monjita nos condujo a lo que ya sí nos pareció estar en un convento. Adelantándose ella abrió una puerta y en un cuadro eléctrico, comenzó a subir interruptores. Nos iluminó por completo una preciosa Capilla, no demasiado pequeña que nos dejó boquiabiertos. La monjita nos explicó todos los detalles de la capilla, que repito era muy bonita. Un precioso retablo y una artística cúpula sobre el retablo y altar mayor. En un lateral y hacia la mitad del aforo, se levantaba un bonito púlpito. Los laterales estaban cubiertos de cuadros y algún que otro altar. En la parte de atrás una enorme y artística reja, separaba (en otros tiempos) a las monjas del público que asistía a la misa. Siendo éste el lugar donde la oían y cantaban las monjas. La Capilla nos causó una gratísima impresión. Y aquella puerta con el cuadro de interruptores por donde entramos, la volvimos a cruzar para salir de la Capilla. Dándonos la impresión de pasar de dos o tres siglos atrás, al XXI directamente. La hermana Inés, que así se llamaba la monjita, con su amabilidad y buenos modos, nos terminó de enseñar lo que en realidad es la residencia. Con estancias nuevas y mobiliario moderno y agradable.
| Retablo del Convento |
Y por último nos enseñó otra capilla. Esta ya mucho más moderna y acorde con nuestro tiempo, pero sin desvirtuar para nada el lugar para el que estaba destinada. También nos gustó mucho y pese a ser pequeña resultaba muy agradable. Algún que otro salón y más y se completó la visita. Inés, la monjita menudita que nos acompañó en todo momento, dándonos todo tipo de explicaciones y respondiendo a todo cuanto le preguntábamos, nos agradeció efusivamente la visita.
Antes de despedirnos, agradecimos a la hermana Inés su compañía, su amabilidad, sus explicaciones. Fue una visita muy bonita. En el momento que cerraba la puerta nos despidió con una frase que a todos nos gusta oír. Nos despidió con un "que Dios les bendiga"
Fotos: José Luis y Ppcall Noviembre 2021
Reportaje gráfico:
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